Hoy he visto un capítulo de una serie. Ha sido bastante flojo, de los peores, pero me ha gustado una parte.
Un personaje ha preguntado
“¿Si tuvieras que elegir un momento de tu pasado para morir, cual sería?”
Me ha gustado un montón la pregunta. La he pensado bastante. Y he encontrado mi momento:
No se que día era. Ni siquiera recuerdo bien que mes era. Pero creo que recuerdo todo lo demás.
Fue el primer día que estuvimos en Alcalá. En realidad no hubo nada excesivamente destacable de ese día, excepto una cosa: la siesta que nos echamos.
Nunca jamás he dormido tan bien. Nunca jamás he dormido tan a gusto. Y no tiene nada que ver con la comodidad de la cama, con el parador, con el ambiente… No, era más que eso.
Fueron cuatro días en que estuvimos viajando. Cuatro días perfectos en que estuve el 100% del rato contigo. Y ese día, en esa siesta, tú estabas conmigo, los dos abrazados, durmiendo cómodamente, dándonos calor… No tengo ninguna duda, fueron los mejores cuatro días de mi vida. Nunca jamás me había sentido tan relajado, tan libre, tan bien conmigo mismo.
Ese es mi momento. Si nunca hubiera despertado de esa siesta, no me habría importado. Habría creído que había vivido una buena vida, y habría acabado de una forma estupenda. Me habría marchado con la sensación de ser la persona más feliz de este mundo.
Y así, nos convertimos simplemente en dos extraños...
Fue el primer día que estuvimos en Alcalá. En realidad no hubo nada excesivamente destacable de ese día, excepto una cosa: la siesta que nos echamos.
Nunca jamás he dormido tan bien. Nunca jamás he dormido tan a gusto. Y no tiene nada que ver con la comodidad de la cama, con el parador, con el ambiente… No, era más que eso.
Fueron cuatro días en que estuvimos viajando. Cuatro días perfectos en que estuve el 100% del rato contigo. Y ese día, en esa siesta, tú estabas conmigo, los dos abrazados, durmiendo cómodamente, dándonos calor… No tengo ninguna duda, fueron los mejores cuatro días de mi vida. Nunca jamás me había sentido tan relajado, tan libre, tan bien conmigo mismo.
Ese es mi momento. Si nunca hubiera despertado de esa siesta, no me habría importado. Habría creído que había vivido una buena vida, y habría acabado de una forma estupenda. Me habría marchado con la sensación de ser la persona más feliz de este mundo.
Y así, nos convertimos simplemente en dos extraños...
Dos extraños con un montón de recuerdos en común
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