Piensas que lo has perdido todo. Que todo lo que alguna vez te gustó, ya ha muerto. Que has cambiado; has ido amontonando muchas cosas encima de lo que tenías antes, y sin duda has conseguido muchas cosas nuevas…a costa de cambiarlas por lo que había antes, a costa de ser incapaz de ver lo que una vez hubo. Y de repente, el día menos pensado y sin proponértelo, encuentras algo que habías perdido y que creías que nunca recuperarías. Algo que nunca se fue, sino que simplemente estaba dormido. Algo que no recordabas lo importante que era, y que una vez lo encuentras, te preguntas como has podido estar tanto tiempo sin ello. Algo que era tan bueno, que incluso en el peor de los días, te saca una sonrisa.
Y de repente, durante un momento, todo vuelve a ser perfecto. Olvidas todos los problemas, todas las preocupaciones, todo… y piensas como eran antes las cosas, cuando todo era mejor y más fácil. Y entonces, en ese momento que dura solo un par de segundos, eres capaz de recordar todo lo bueno que alguna vez pasó, todo lo que alguna vez te hizo sonreír…y durante esos segundos, durante solo un momento, eres feliz.
Olvidar no consiste en no recordar lo que ocurrió. Consiste en recordar sin que duela al hacerlo
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