sábado, 23 de agosto de 2014

Donde habita el corazón



Hoy he pasado por la tienda en que compré el peluche que adorna el comienzo de esta entrada, y ahí volvía a estar. Y al verlo, no puedo sino preguntarme que habrá sido de ese que yo compré y que (creo) te gustó tanto. Supongo que acabaría en un vertedero, o quizás en manos de algún familiar o algún amigo. 
No puedo sino entristecerme al pensar en ello, al pensar que existen un millar de cosas que, por pequeñas que fueran, ya nunca volveré a ver, a experimentar ni a sentir.

Nos quisimos más de lo que nadie se imagina, pero parece ser que ni eso fue suficiente. Que hay veces que simplemente hace falta algo más. Dicen que el amor es la cura para casi cualquier problema, pero no dicen que casi cualquier problema puede matar al amor.

Un futuro sin ti 
es un futuro sin significado, 
por eso no quiero que nunca te separes de mí, 
porque vi un mundo sin ti, y era un mundo vacío”. 

Es increíble que esa frase sacada de una canción y que te dije cuando solo cumplíamos un mes, más de tres años después siga ahí sin perder su significado.

Dans les profondeurs de mes yeux subsiste le coeur de nous deux”. 
En la profundidad de mis ojos habita el corazón de los dos.

Eso es lo que tú me dijiste. Es una pena que ya para ti esa frase no signifique nada. Porque te diré un secreto: quizás nunca la dije, pero tampoco nunca la olvidé. Porque cada vez que tenía un mal día, cada vez que quería sentirme querido o simplemente sentirme más cerca de ti, siempre leía la carta en la que me escribiste esa frase. 
Un acto que ahora me obligo cada día a reprimir para no acabar aun peor de lo que estoy.
Supongo que al final lo único que quiero decir con todo esto… es que te echo muchísimo de menos.

Me acostumbré a perderlo todo: a mi familia y mis amigos en la vida, a mi vida en la tristeza y a mí mismo en la oscuridad… Y aun no puedo acostumbrarte a que también te perdí a ti.

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